LABBBs, una mirada desde los servicios y las políticas bibliotecarias II

Originalmente publicado en: https://labsbibliotecarios.es/labbbs-una-mirada-desde-los-servicios-y-las-politicas-bibliotecarias-ii/

El servicio bibliotecario en España es un servicio público, y esto implica algunas particularidades a la hora de incluir la participación ciudadana. Simplificando un poco, la selección del personal, la formación de plantillas, las funciones y roles del personal, los presupuestos (las partidas y los capítulos), los estándares, las cartas de servicio…. son, en gran medida, los que acaban determinando qué es lo que “hace” biblioteca y qué es lo que no. Sabemos que esta afirmación tiene muchas aristas, no las abordaremos todas, pero sí es interesante considerar algunas.

La primera de ellas, por ejemplo, desde una perspectiva global, es la referente a los modelos de gestión que imperan en la administración pública. Si lo recordáis, Carles Ramió en el Congreso de Bibliotecas públicas del año 2018, hizo una presentación magistral de los principios generales sobre los que debería asentarse un nuevo modelo de Administración pública y acabó concluyendo que “ hay que proponer y lograr una Administración pública que sea a la vez líquida, abierta, colaborativa, creativa pero también sólida, predecible y constante”, por lo que no es tan cierto aquello de “porque se ha hecho así toda la vida”, o porque “no se puede hacer de otra manera”, etc. Otra arista es la infrafinanciación que durante décadas han sufrido y siguen sufriendo los distintos servicios y prestaciones públicas y que ha acabado planteando uno de los retos del país en el marco de la Agenda 2030 denominada como crisis de los servicios públicos que hay que revertir según la Estrategia de desarrollo Sostenible de España. En este sentido, encontramos servicios bibliotecarios bajo mínimos, plantillas incompletas y con presupuestos destinados mayoritariamente al gasto corriente y no tanto servicios profesionales, altamente formados, dotados, innovadores, etc. En esta línea, también es interesante pensar en cómo se planifica (si se hace) y se evalúa ese servicio público de biblioteca a nivel estadístico. Los datos que recogemos para las estadísticas de las bibliotecas y que consideramos que muestran su “valor” se centran más en más en la transacción (préstamo, visita, consulta, acceso, actividades, volumen de la colección, horas de apertura, etc…) que en la relación. Esta relación o “generación de comunidad”, “promoción de la relación” , “capital social” está bastante alejada de los criterios por los que “medimos el éxito” de las bibliotecas y que podría estar más relacionada con lo que la norma ISO 16439 denomina impacto (personal, institucional, social o comunitario).

A todas estas cuestiones, hay que sumarles la visión del servicio público. Las bibliotecas son uno de los últimos espacios verdaderamente igualitarios que existen. Aunque no hay mucha literatura sobre ello, y ya en pandemia se abrió este debate, nos encontramos ante un servicio que está muy bien considerado por la ciudadanía pero que se mira y se usa (¿ y también se gestiona?) desde una perspectiva del consumo (opción/necesidad, oferta/demanda) y no desde la perspectiva del derecho (servicio esencial). Si las bibliotecas son vistas como un servicio de acceso (lectura en sala, préstamo y acceso a internet como servicio básicos) y no de acceso significativo, experiencial y de garantía de derechos (oportunidades para todos) nos alejamos mucho de ser verdaderos “palacios del pueblo”. Finalmente, y como tema que lamentablemente está teniendo demasiada actualidad, no podemos olvidar la apropiación de los servicios públicos para el ejercicio del poder, la imposición de ideales o creencias… las bibliotecas están siendo víctimas de censura, manipulación e injerencia política. Control político y prohibición de actividades, temas, disposición de recursos informativos ¿Cómo puede pasar eso en un servicio público profesional con valores democráticos y garante de libertades fundamentales?

Puede ser este un buen momento para incluir la perspectiva de la participación ciudadana en las bibliotecas teniendo en cuenta todas las cuestiones que hemos planteado. En los últimos años, las instituciones europeas se han hecho eco de todo esto. Por un lado, el Consejo de Europa ha aprobado unas directrices para la legislación y las políticas bibliotecarias que incluyen la participación ciudadana en todo lo relativo a la Libertad de expresión, libre acceso a la información y participación democrática. Por el otro lado, en el plan de Cultura de la Unión Europea para los próximos años, se posiciona a la biblioteca como un puente para la democracia y la participación ciudadana y se está preparando un informe para el análisis y reflexión sobre el papel clave que juegan las bibliotecas en los ámbitos democrático, social, cultural y educativo de Europa y contribuyen de manera significativa a la construcción de la democracia, el compromiso ciudadano y las actividades de participación pública en toda la UE.